3-JULIO-2013 - DANIEL SANABRIA / FOTOS: ANTONIO DORADO PINO
Está convencido de que el virus llegó hasta su cuerpo cuando le transfirieron sangre en una operación a la que se sometió al poco de nacer, aunque nunca durante su vida ha tenido ningún síntoma que le hiciera pensar en padecer una enfermedad de este calibre. Los médicos trataron de ser positivos y además el hígado de Javier parecía no estar muy dañado. Pero la aparición de una hernia de disco fue el detonante para que este atleta sevillano tuviera que dejar de correr de manera definitiva. "Fue imposible. Traté de volver a entrenar cuando se me curó la hernia discal, pero ya estaba demasiado afectado por la Hepatitis C", nos cuenta.
Esta enfermedad es tan peligrosa que puede desembocar en una cirrosis o un cáncer de hígado, por lo que el tratamiento que se lleva es a menudo tan fuerte que no todos los pacientes pueden soportarlo. Durante doce meses Javier estuvo a base de Inteferon y Ribavirina, sufriendo unos efectos secundarios tan importantes que tuvo que pedir la baja laboral durante un año entero. "Perdí 22 kilos, era un esqueleto andante. Andar unos metros me costaba la vida", asegura.
Cuando evaluaron su evolución parecía que la enfermedad estaba remitiendo, pero en una nueva revisión, a los seis meses, le comunicaron que el virus se le había reproducido con más fuerza todavía. Nuestro protagonista era consciente de que el tratamiento habitual no iba a curarle.
Espíritu maratoniano
Por entonces su hígado ya presentaba un estado muy preocupante, a punto para tener que someterse a un trasplante. La necesidad de curarse era primordial y participar en aquellos ensayos médicos podía ser la única puerta a una recuperación. Todo salió perfecto. Javier pudo recuperarse al cien por cien y dejar atrás una enfermedad que le acompañó durante casi diez años de su vida. Diez años que ha estado sin calzarse las zapatillas, sin colgarse un dorsal. Aunque no por ello ha dejado de ser corredor: "La medicación que me dieron consistía en una inyección semanal y varias pastillas diarias. Yo me lo tomé como un entrenamiento, aunque hubiera días que las pastillas no me hacían efecto, sabía que tenía que hacerlo y no fallar. Es como cuando te estás preparando un maratón y sabes que te toca un día duro de series", explica.
Ya han pasado tres años desde que Javier superara su enfermedad. Nos dice convencido que su mentalidad maratoniana fue determinante para afrontar un tratamiento tan duro como es el de la Hepatitis. Y lo que es mejor, con esfuerzo y dedicación ha logrado volver a correr. Primero fue una prueba de diez kilómetros, después una media maratón y, por fin, 17 años después, un nuevo maratón. "Fue en febrero, en el Maratón de Sevilla, y me quedé a tan solo dos minutos de hacer mi mejor marca personal. Aun así, de los ocho maratones que he corrido en mi vida, este ha sido el mejor con diferencia".
Han sido años muy difíciles, largas temporadas desvinculado totalmente de su deporte favorito, pero con tres grandes alegrías: sus hijos. El mayor de ellos no llegó a verle correr antes de la enfermedad, pero pronto se enganchó al atletismo en el colegio, lo que llenó de orgullo a su padre. Ahora Javier disfruta del running en familia, contento por demostrar a sus hijos que puede hacer maratones. "Esto es un aliciente más para seguir en el mundo del running", dice con alegría el sevillano.
FUENTE, planetarunning.com
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